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Los goles (Ernesto Flores - Uruguay)

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Se sabe que en el Parque Central, en el tramo final que va hacia la cancha, justo antes de subir la escalera, en algo que parece ser un recodo, hay un armario. No es divisable todos los días, ni por todos, es más, hay algunos que nunca han logrado verlo, pero, ahí está... asombrosamente pequeño para su contenido, no guarda allí zapatos para un cambio de último momento, ni vendas o linimento para una urgencia, no, lo que atesora este armario, colgados en perchas que simulan arcos son...goles. Los hay de los más variados.
Desde los "importados" de Celio o Dely, hasta los "irreverentes" del Pichón o Ciengramos.
Los hay "avergonzados" de Revetria y Maneiro, junto con "los de media distancia" de Perucho y Lemos. Algunos agónicos como el de De Lima ante el América y otros repentinos, como los de Artime. Están los "casi olvidados" de Mantegazza o Pedetti, y los "con sabor a revencha" del Lucho Romero. Los "cargados de gloria" de Vitorio, y los "caídos del cielo" del Vasco. Los "que entraron definitivamente en la historia" como los 4 de Atilio y los "cargados de clase" de Ciocca, los "contagiosos" del Loco junto con "los históricos" de los Céspedes y los "recientes" de Suárez o Fornaroli, los "a lo guapo" del Chengue y Vidal González al ladito de los "exquisitos" de Zapirain o Scarone.
Se me hace que hoy, la puerta del armario... ¡va a quedar abierta!

(Un gracias enorme a Ernesto por su amabilidad de
cederme este relato para poder compartirlo con todos ustedes)

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