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“…son felices hija” (Diego Castaño - Argentina)


La Historia que se cuenta es
un hecho real que sucedió
un 22 de Junio de 1986.



El perro del vecino lo despertó, hizo un rato de fiaca, apagó la radio con la que se durmió, y se levantó muy temprano, en una mañana de mucho frío. Así se despertó esa mañana Juan mientras todos apolillaban, caminó en soquetes hasta el comedor y lo primero que hizo fue colocar en la pared, arriba del televisor, una camiseta de la selección argentina que su hijo tenía en el ropero. Luego fue al baño, el dentífrico se desparramó al untar el cepillo, y para colmo el foco se quemó cuando intentó prender la luz. Lo que pasa es que los nervios hicieron que pulse más de una vez la perilla y así la lamparita prendió, apagó, prendió y se quemó.
No era un día cualquiera, estaba nervioso y la ansiedad lo volvía insoportable. En la cocina divisó desde la ventana los rastros de la helada, de esa mañana de Junio que castigaron el césped del terreno. Puso agua en la pava y preparó unos buenos amargos que, junto a un resto de torta que estaba sobre la heladera, ayudaron a calmarle el frío. Sobre el armario la “Noblex Carina” despedía la voz de José María Muñoz desde México, “hoy Argentina tiene revancha ante Inglaterra y esta tarde podremos demostrarle que somos mejores que ellos, en México, muy lejos de nuestra tierra, la selección argentina de fútbol enfrenta a Inglaterra por los cuartos de final del la Copa del Mundo de 1986”, decía Muñoz esa mañana por Radio Rivadavia desde el mismísimo Estadio Azteca.
Juan y todos, aunque pese pensaron en el partido de fútbol, pero al instante se le cruzaron los hechos de la guerra de Malvinas, los pibes con hambre, el afano en las donaciones, Galtieri pidiéndole a los ingleses que vengan, como si fuera un juego, y todo se mezcló. Ante tamaño acontecimiento, tan cercano en el tiempo y doloroso para ambas naciones, las sensaciones eran raras y era casi lógico que todo se mezclara.
Carmen, su esposa, quien se había despertado cuando lo escuchó protestar en el baño, se levantó, levantó la cortina de la pieza de sus hijos y despertó a Martín, que estaba con la camiseta argentina toda transpirada. La ansiedad no lo dejó dormir bien. Se levantó, bajó el rosario que colgaba junto al póster de Maradona y lo llevó hasta la pared donde el padre había colgado su camiseta, lo besó y lo acomodó colgado de un clavo, sin ver a su padre que lo observaba. Fue al baño y luego buscó a Juan. Tomaron mates, hablaron de lo que harían a la mañana para tener todo preparado a la hora del partido y además le recordó de la tarea de la escuela, porque si ganaba Argentina el festejo se prolongaría hasta tarde.
Martín comenzó el operativo. Buscó los cassettes con los que grabaría el partido, se abrigó bien y en el patio llamó a los gritos a “Fede” y “Cuchi”, sus primos con quienes prepararon una bolsa de papelitos, mientras Juan y Carmen mateaban y despertaban a Elisa, la hermana de Martín.
Todos hablaban del partido, el teléfono sonó un par de veces y Juan dialogó con amigos intercambiando ideas del partido, las mujeres en la panadería hablaban, como si supieran, del planteo de Bilardo, en la calle un camión con altoparlantes pasaba los goles de la selección y una voz muy eufórica alentaba como si el partido se jugase en el pueblo.
Los minutos eran eternos, Carmen comenzó a preparar el almuerzo y el histórico partido empezaba a vivirse...
Mientras el olor a salsa inundaba el comedor, padre e hijo no se despegaban de la radio. -“A estos ingleses les tenemos que ganar fácil”, dijo Martín. -“Para un cachito, mira que ellos son fuertes y ningunos tontos”, le contestó Juan, analizando la situación objetivamente.
Con los ravioles servidos, Elisa trataba de imponer cualquier otro tema, pero era imposible, hasta Carmen decía que Maradona hoy hacía un gol. Se comió poco, siempre antes de un partido importante se come poco. Los minutos pasaban y los nervios aumentaban, la bandera argentina cubría el televisor, la radio repetía a cada instante el... -“Vamos, vamos argentina, vamos, vamos a ganar”-.
Los lugares enredador de la mesa ya estaban elegidos, Carmen, mientras terminaba de barrer le replicó a Juan: -“Vos dejate de joder, de sufrir tanto que te vas a enfermar por el fútbol”- Es que Juan vive los partidos con mucho fanatismo y hacía un año justo, cuando la selección clasificó sobre la hora al empatar con Perú con el gol de Gareca, que se había pegado un susto grande. Ese día, en ese gol se levantó con silla y todo y casi se desvaneció al gritar el gol con tanta fuerza.
A una hora para comenzar el partido, los vecinos se juntaban y daban su opinión de quien es el que debe marcar a este y porque no puso al otro. Para ese entonces Carlos Bilardo quien aguantó todas las críticas, hasta las más brutales, ya había logrado torcer la discusión y todos se subían al carro. Martín se había peleado en el colegio con casi todos sus compañeros al no comprender, que más allá de los gustos, se quería ver perder a la selección y eso agigantó aún más su pasión.
El dial de la “Noblex Carina” corría de derecha a izquierda como un limpiaparabrisas: Radio Argentina con Victor Hugo Morales y, de vez en cuando, se cambiaba a Rivadavia para escuchar algún dato que tiraba Muñoz. A diez minutos del inicio Carmen intentaba planchar, pero quedó en el intento, porque, Martín no soportaba ya un ruido, Juan estaba sentado con el respaldo de la silla hacia delante y Elisa lejos, pero atenta.
El partido comenzó y un silencio sepulcral invadió el ambiente.
El trámite del partido favorecía a Argentina, pero no se concretaba el gol, los pulsos del corazón se aceleraban cada vez más. El primer tiempo terminó 0 a 0. En el entretiempo se aprovechó para hacer mate, ir al baño, se cambió de lugar por cábala y se maldijo un poco a alguien.
Si Juan, Carmen, Elisa, Martín o cada habitante de la República en cualquier rincón donde estuviera, podrían haber sabido lo que vendría, ¿qué hubieran hecho?, ¿se lo preguntó alguna vez?, ¿Cómo habrían actuado si hubieran sabido que estarían por observar la participación de Dios en un partido de fútbol?
Cinco minutos del segundo tiempo, Maradona encaró desde tres cuartos por derecha, eludió un hombre y tocó hacia el medio en busca de una pared mientras se introdujo en el área, el rechazo es un pase perfecto, pero él nunca le podía ganar al arquero. La pelota cayó lentamente cuando y el “diez” con rapidez, agilidad, levantó su puño y empujó la pelota al gol con la “Mano de Dios”. Sí, gol, gol, gol argentino y esta vez contra Inglaterra y con la mano vale igual. Juan gritó fuerte y su mujer lo acompañó con un - “viste que te dije Maradona iba a hacer un gol”-, Martín se arrodilló frente al televisor y se besó la camiseta argentina, Elisa rió sin parar y los vecinos gritaron en la calle como locos.
Pero Dios estaba en la cancha y seis minutos más tarde acompañaría a Maradona en su mejor obra de arte que dejaría impávidos a todos. Convertiría el mejor gol de todos los tiempos y ante Inglaterra.
El “Negro” Enrique le dio el balón cerca del límite central, sobre el sector derecho, Maradona recibió, pisó y giró para dejar en el camino a dos ingleses, acarició la pelota unos metros adelante mientras su cuerpo se balanceaba como un artista, luego enganchó hacia adentro e ingresó al área por derecha, con dos ingleses que lo seguían como a una presa. Sólo frente al arquero y al Olimpo, amagó y lo eludió por la derecha para tocar a la gloria infinita, al éxtasis total,
Era el dos a cero, pero el partido se podía haber terminado, era todo, la sensación indescriptible de emoción. Juan abrazó a Carmen y dieron una vuelta a la mesa, en una imagen que sólo la pasión del fútbol puede despertar, Martín se trepó las paredes del patio para gritar el gol con sus vecinos y hasta Elisa se acercó y en silencio observó la situación...
Volver, no fue fácil, aflojarse de tamaña situación tampoco, el partido siguió y faltaba mucho. A nueve del final descontó Inglaterra y a poco del epílogo, el “Vasco” Olarticoechea salvó en la línea, después llegó el final con alegría y festejo.
A Juan, que quedó sentado mirando hacia el piso se le cayeron algunas lágrimas, Martín estaba en la calle. Fue una risa ver a Enrique, un viejo amargo y renegado saltando como un chico, Alicia, la de la despensa abrió las persianas para que se viera el enorme retrato de Maradona que le había hecho su tío. Todos salieron a festejar a abrazarse, a gritar, a ser un poco más felices...
La vuelta a casa fue tarde, Juan y Martín se fueron a acostar con la radio bajo la almohada, afónicos y con las camisetas de la selección puestas.
Elisa, que se quedó mirando el gol de Maradona una y otra vez, le preguntó a su mamá, mientras ayudaba con la limpieza de la cocina -el porqué de tanta locura de su papá y su hermano, y Carmen le contestó con una caricia en la mejilla - “dejalos hija, dejalos que son son felices…”.

Glosario
afano: Robo
amargos: Mates
apolillaban: Dormían
fiaca: Pereza, desgano
mate: Infusión de yerba mate
pava: Recipiente de metal o hierro esmaltado, con asa en la parte superior, tapa y pico, que se usa para calentar agua.
subirse al carro: La gente en Argentina no creía en el equipo de Bilardo previo al Mundial 86. Al obtener ese logro se dice que muchos se "subieron al carro" (triunfal) al cambiar de opinión por el título conseguido en México.

(Agradezco a Diego Castaño su generosidad por cederme este cuento para ser publicado en este blog y poder ser compartido con ustedes. Gracias Diego!)


4 comentarios:

HombreRevenido dijo...

Excelente relato.
Me ha encantado todo.

Totonet dijo...

Es de un amigo de Ayacucho, Bs. As., te debo una visita a tu blog. Ando complicado con mi madre, ya pasaré por ese excelente sitio del que alguna vez tuve la satisfacción de publicar "El testigo"
Saludos cordiales

Anónimo dijo...

¿Habrá algo más lindo que esa carrera de Diego bajo el sol azteca? ¿Cuántos de nosotros elegiríamos ese momento como uno de los más felices de nuestra vida? Qué cosa rara que algo tan sencillo como el fútbol pueda dar tanta felicidad. Felicitaciones Totonet por el post y al amigo de Ayacucho por su excelente relato.

Totonet dijo...

OK. Creo que es una de las primeras cosas que escribe. Tengo otra cosa de él en el "freezer" para el publicar el 25/06/08 con motivo de los 30 años de la obtención por parte de Argentina del Mundial 78.
Salu2