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Un contrato fabuloso


Cruyff es un niño del balón, nacido frente al estadio del Ajax de Amsterdam, en el seno de una modesta familia. Su madre realizaba las tareas de limpieza del club. Desde su más tierna infancia jugaba en la calle con cualquier tipo de pelota, y para entrar en el estadio, los días de partido, se comprometía a limpiar las botas de los futbolistas. Dejó la escuela bastante pronto. Sin embargo, los que le conocen a fondo afirman que se interesa por todo, lo comprende todo rápidamente y ha aprendido, sólo con un profesor y al mismo tiempo, el inglés y el español.
A los 10 años debutó en el conjunto infantil del Ajax, a los 17 ya jugaba en el primer equipo y a los 18 formó parte de la selección nacional.
Cruyff tuvo la suerte de que desde los 15 a los 16 años contó con un sagaz entrenador que, viéndole tan frágil, le hizo trabajar con los pesos y halteras tres o cuatro veces por semana con el fin de que consiguiera una constitución más atlética. A los 19 años era ya una figura en el fútbol y a la vez uno de los mejores jugadores que ha tenido el béisbol holandés. De tal modo que, sobre el terreno, Cruyff es capaz de aprovechar, con la celeridad del rayo y una portentosa intuición, el más mínimo fallo del adversario.
Su traspaso del Ajax al Barcelona fue, como se sabe, uno de los acontecimientos futbolísticos de la temporada 1973-74. A muchos les sorprendió, porque a pesar de que abonaba en impuestos un 80 por ciento de lo que ganaba, estas cosas parecen naturales en Holanda. Tras ganar una final de la Copa de Europa, el equipo del Ajax fue invitado por la reina Juliana a una recepción en su residencia de verano. Durante el acto, Cruyff se paseaba muy preocupado, con los ojos brillantes y las manos en los bolsillos, cuando la soberana se enfrentó a él y, bromeando, le dijo: "Cruyff, cuando miro un mapa del mundo, creo que eres más conocido que yo. Me parece que son pocos los que saben quién es la reina de Holanda, pero el fútbol está extendido por todo el mundo y todos saben quién eres tú". A lo que Cruyff respondió rápidamente: "Es normal, pago un 80 por ciento de impuestos".
Sin embargo, cuando en 1972, a los 25 años, renovó contrato con el Ajax, Cruyff tomó disposiciones sorprendentes para eludir en parte al fisco. Como de las considerables sumas que le eran abonados por el contrato, casi un 90 por ciento debía deducirse en concepto de impuestos, el Ajax se comprometió a pagarle un sueldo anual de más de 8.700 dólares, no sólo hasta los 32 años -límite previsto en el contrato- sino hasta los 60.
Este extraordinario contrato-renta, sin precedentes en la historia del fútbol, le permitió a Cruyff resistir las ofertas que le llegaban del exterior, aunque tanto su club como él acabarían sucumbiendo al millón y medio de dólares que, según se dijo, abonó el Barcelona por su adquisición. Sin embargo, la verdadera razón del traspaso de Cruyff no fue el dinero: "Estábamos reunidos los jugadores, a poco de volver de vacaciones, cuando Keizer (el extremo izquierdo del equipo) dijo bruscamente: -Bueno, vamos a elegir, como cada año, a nuestro capitán-. Yo era el capitán y creía gozar de la confianza de todo el mundo, pero no era así. Mis compañeros votaron contra mí. Fue para mí una especie de ruptura. Si mis compañeros no me deseaban, debía marcharme. Llegué a casa y le dije a mi suegro, que a su vez era mi mánager, “Listo, ya puedes llamar a Barcelona”.
Tiempo después, la gente del Barça se comunica conmigo y me preguntan por el dinero que quería ganar y les respondí: "Un millón de dólares en Suiza". Estaba seguro de que la respuesta sería negativa. Pero, con gran sorpresa por mi parte, los delegados españoles respondieron lacónicamente: “OK”.

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